AI denuncia que EEUU ha ejecutado a un centenar de enfermos mentales
A pesar de que muchos de ellos no son conscientes de los delitos que cometen e incluso tienen un largo historial médico, la pena de muerte también alcanza a los enfermos mentales en Estados Unidos. Según un informe presentado por Amnistía Internacional centenares de personas están a merced de un sistema de salud demasiado lento para prestar ayuda y de un sistema de justicia demasiado rápido a la hora de dictar sentencias de muerte. Desde 1977, un centenar de personas aquejadas de enfermedades mentales han sido ejecutadas. En el informe se tratan los problemas se les plantean debido a los fallos del sistema y se exponen sus casos.
El documento, presentado este miércoles, cita los persistentes fallos de los sistemas de salud y justicia penal, y pone también de relieve la terrible situación de las personas con enfermedad mental que se encuentran actualmente condenadas a muerte, que, según la Asociación Nacional de Salud Mental estadounidense, representan entre el 5 y el 10 por ciento de la población reclusa condenada a muerte (alrededor de 3.400 personas) de Estados Unidos.
«La ejecución de personas que sufren graves enfermedades mentales es una práctica cruel e inhumana, que lleva demasiado tiempo pasándose por alto –indicó Susan Lee, directora del Programa Regional para América de Amnistía Internacional–. Los prejuicios y la ignorancia generan miedo, por lo que, para muchas personas, es más fácil condenar a muerte a un delincuente mentalmente enfermo que recurrir a un tratamiento para buscar una verdadera solución.»
Claro ejemplo de ello es el caso de Scott Panetti, condenado a muerte en Texas en 1995 por haber matado a su suegro y a su suegra en 1992. Tenía un largo y bien documentado historial de hospitalizaciones por problemas mentales, incluida esquizofrenia, debido a los cuales sufría alucinaciones visuales y auditivas.
En junio de 2002, la Corte Suprema de Estados Unidos declaró ilegal la aplicación de la pena de muerte a personas con discapacidad intelectual (término utilizado normalmente en Estados Unidos en lugar de discapacidad para el aprendizaje) por considerar que esta circunstancia disminuye la culpabilidad de la persona y debido a la dificultad de sostener el argumento del efecto disuasorio.
«La discapacidad intelectual y la enfermedad mental no son lo mismo, pero los síntomas pueden tener consecuencias similares: las creencias delirantes de una persona con enfermedad mental podrían hacerle razonar de forma ilógica y actuar por impulso –ha manifestado Susan Lee–. Es absolutamente incoherente eximir a las personas con discapacidad intelectual de la pena de muerte y dejar que las personas con enfermedad mental grave continúen expuestas a ella.»
Según el informe de Amnistía Internacional, el caso de Scott Panetti es representativo de las circunstancias en que se condena a muerte y ejecuta a las personas con enfermedad mental grave.
En muchos casos, las personas con enfermedad mental grave no comprenden los cargos presentados contra ellas ni la gravedad de su delito. En otros, el acusado comparece en el juicio bajo los efectos de una fuerte medicación y causa en el jurado la impresión de no estar arrepentido. La ausencia de remordimiento es una circunstancia especialmente agravante, que determina en gran medida la decisión del jurado a la hora de imponer la pena de muerte.
En ocasiones se ha obligado al acusado a tomar una fuerte medicación para hacerlo «apto» para ser ejecutado.
Con este informe, Amnistía Internacional ha exigido a las autoridades que prohíban de inmediato el uso de la pena de muerte contra personas con enfermedad mental y pongan definitivamente fin al incoherente sistema de la pena capital. Asimismo, los funcionarios públicos de todos los niveles deben garantizar que las peticiones de ayuda de personas con enfermedad mental no quedan sin respuesta y que se administra el debido tratamiento médico a quienes más lo necesiten.