El arte barroco como acción social
El arte y el juego se han convertido en una combinación perfecta para la creencia de esperanza en la población del Valle del Sur de Cuzco en Perú. Una ruta de 42 kilómetros que comienzan en el corazón de la capital inca, en la que la Iglesia dela Compañía de Jesús de Cuzco ha logrado ser capaz de soportar económicamente su propia conservación económica y artística, además de conseguir una labor social que, a través de sus centros, alcanza a más de 2.000 personas al año.
El valle que comunica Cuzco con Madre de Dios y el lago Tikitaka constituyen los ejemplos más destacados del barroco andino. Pinturas, murales, lienzos y esculturas llevan a curiosos, tanto turistas como autóctonos, a visitar las obras desde el siglo XVI.
El propósito de la recaudación abarca temas sociales principalmente. La labor de tres asociaciones, Sempa, Wayra y Ccaijo, apoyan a las familias de la región. Gracias a la actividad cultural y turística, se mantienen tres comedores, dos ludotecas, bibliotecas, aulas de informática y formación profesional en hostelería y turismo.
Gracias a estos espacios, se tiene la oportunidad de observar y detectar conductas que señalen si alguno de los niños sufre alguna situación familiar de violencia o vulnerabilidad. En la ludoteca se trabajan roles de género, se realizan clases de danza y se cultiva la expresión corporal. Durante el desarrollo de una de las actividades, los pequeños estaban realizando tarjetas de felicitaciones para sus padres cuando una de las profesoras leyó en una de ellas: “Papá te quiero mucho, pero ya no quiero que nos pegues más”. La defensoría legal de la parroquia, contactó con la madre y empezaron a trabajar con ella para que se reconociese como víctima.
En los comedores también se observa si existe algún problema de relaciones familiares entre los niños. Un equipo de 47 profesionales, cuatro párrocos y seis voluntarios trabajan en los seis centros distribuidos en los que además se realizan programas de salud.