El control sobre las fuentes de energía será el motor de las guerras del futuro
El deterioro del medio ambiente y la crisis energética serán las principales causas de las guerras futuras, según se desprende de las conclusiones alcanzadas por el curso de verano que ha organizado Intermon Oxfam en El Escorial (Madrid), donde se han reunido representantes del Gobierno, organizaciones sin ánimo de lucro y académicos para estudiar la creación de una alianza española por los derechos de la población civil en los conflictos.
La directora del curso y responsable de Campañas y Estudios de Intermón, Irene Milleiro, explicó que «existen toda una serie de combustibles que alimentan las diferencias y que hacen que los conflictos iniciados por motivos étnicos o políticos se prolonguen en el tiempo, como lo son el petróleo y los recursos naturales».
En este sentido, el máximo responsable de las operaciones humanitarias de Oxfam Internacional, Fernando Almansa, concretó en una de las ponencias que «el petróleo será, más que nunca, el combustible de los conflictos» y más teniendo en cuenta que «la demanda mundial de crudo y gas aumentará un 60 por ciento en los próximos 25 años», especialmente por el creciente consumo de India y China que, sin embargo no lo producen.
Frente a esta demanda creciente, la comunidad internacional pone sus miras en «Estados demasiado frágiles y poblaciones vulnerables» como lo son algunas regiones de Oriente Próximo y países africanos que, en palabras de Milleiro «están descubriendo ahora o lo han hecho hace muy poco, que tienen petróleo en sus tierras», algo que está ocurriendo en Mauritania y Chad, por ejemplo.
Esta realidad, prosiguió la responsable de Campañas de IO, se ve agravada por «la falta de voluntad política para buscar soluciones a estos conflictos». Para combatirlos «necesitamos plantearnos nuestro modelo energético» lo que podría evitar que el petróleo se convirtiera «no sólo en el principal combustible energético, sino en el principal combustible bélico».
Asimismo, «los Gobiernos deben implicarse mucho más en el trabajo diplomático para pacificar las regiones en guerra; deben hacer realidad el compromiso para paliar la pobreza, invertir en ayuda al desarrollo y cumplir los Objetivos del Milenio, entre otras medidas», apuntó Milleiro, para quien esto no se hará mientras no exista una verdadera demanda por parte de la ciudadanía.
La clave ciudadana
Precisamente sobre la implicación de la población en la lucha contra estos conflictos armados versó gran parte de las intervenciones durante el curso, durante el que se estudió la posibilidad de constituir una «alianza ciudadana» en defensa de la población civil que se ve afectada por las guerras y en contra de los llamados ‘conflictos olvidados’.
«Hay algo que une a todas las civilizaciones y es la protección de la población civil», explicó la responsable de IO, para quien «no existen realmente las crisis olvidadas, sino los conflictos ignorados a veces deliberadamente por la comunidad internacional, consciente de que darlos a conocer, podría remover demasiado las conciencias». Como ejemplo, Milleiro señaló las crisis del Norte Uganda, Sri Lanka, y la República Democrática del Congo.
«Es muy importante movilizarse porque al final, quienes sufren y quienes están atrapados son los civiles, que a menudo, se utilizan como el blanco del conflicto, sin haber querido meterse en una guerra. Sólo en Darfur, cuatro millones de personas dependen de la ayuda humanitaria», apuntó.
Sin embargo, las organizaciones son conscientes de que no siempre resulta fácil involucrar a la ciudadanía para que se movilice. En opinión de Fernando Almansa, la clave está en «simplificar el lenguaje y hablar con claridad» para «decir bien alto que estamos indignados, que hay situaciones obvias que son una vergüenza».
Reclaman para ello el apoyo de «todos los agentes sociales» porque, en palabras de Irene Milleiro, «muchos conflictos no aparecen en los medios de comunicación, no se da información y no se visibilizan. Lo primero que tiene que tener una persona es información sobre lo que está pasando, para después poder tomar partido» y «manifestar al Gobierno sus preocupaciones».
Para ello «hay muchas vías, como las cartas al director, internet o las manifestaciones, pero es imprescindible porque al final, los gobiernos reaccionan a la presión social y las empresas reaccionan ante sus consumidores. Con ellas, lo que debemos hacer es ser responsables y exigir una serie de garantías en sus actividades». Así, concluyó, se han conseguido «logros» y aunque no tan rápido como se deseaba, «hemos conseguido cambiar algunas cosas».