El trabajo humanitario en Afganistán es cada vez más costoso y arriesgado
MADRID / EP.- La utilización de vehículos blindados, escoltas armadas, paredes resistentes a las explosiones y otras medidas de seguridad han llevado al trabajo humanitario que se desarrolla en Afganistán a ser más costoso y arriesgado que nunca, según los analistas.
El movimiento de los convoyes humanitarios y la protección de personal e instalaciones también se han convertido en más costosos y suponen un desafío debido a la extensión de los ataques y las amenazas, informa la agencia de noticias humanitarias de la ONU, IRIN.
«Debido a la inseguridad en algunas regiones del país, el Programa Mundial de Alimentos (PAM) ha tenido que asumir medidas adicionales para reforzar la seguridad de su personal, así como la entrega de los alimentos, y todo esto tiene costes relacionados», indicó la oficial de información del PAM, Susannah Nicol.
En 2008 se registraron 30 ataques contra convoyes de alimentos del PAM, lo que provocó la pérdida de 1.200 toneladas de comida valoradas en 700.000 dólares. Sólo este año ya se han registrado doce ataques con la pérdida de 42 toneladas de alimentos.
Los ataques contra convoyes humanitarios, que eran poco frecuentes en el pasado, ha desanimado a los conductores de camiones comerciales para que transporten ayuda a las provincias del sur y el este afgano, las más peligrosas por la insurgencia. Los conductores que aún acceden al transporte piden más dinero, escoltas armados y no llevar ningún escudo de identificación.
Un conductor privado admitió que cobra un cien por cien más que hace dos años para transportar ayuda a la provincia de Kandahar, en el sur del país. «Los costes para transportar comida a las zonas consideradas por la ONU como de ‘no entrada’ pueden ser caros, aunque los precios altos aseguran al PAM que su ayuda llega a su destino», afirmó Nicol. El PAM tiene más de siete millones de beneficiarios a través del país.
Mientras que grandes zonas del país, la mayor parte en el sur y en el este, son zonas de ‘no entrada’ para la mayor parte de las agencias, el uso cada vez mayor de vehículos blindados, barricadas y restricción de movimiento también ha tenido un impacto en las operaciones que se realizan en las zonas relativamente seguras como Kabul, donde muchas organizaciones recomiendan vehículos blindados –cada uno con un coste que supera los 100.000 dólares– para su personal.
Sin embargo, algunas organizaciones como el Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) prefieren abstenerse de su uso. «Los vehículos blindados son caros y contradicen la naturaleza de nuestro trabajo», afirmó el subdirector de la delegación del CICR, Patrick Hamilton, quien añadió que la organización se inclina más por buscar garantías de seguridad para su personal y las actividades a través de las negociaciones con las partes enfrentadas y en las comunidades. Sin embargo, el modus operandi del CICR es extremadamente difícil, si no imposible, para otras agencias humanitarias, según los especialistas.
FALTA DE PERSONAL CAPACITADO
Además, la inseguridad ha restringido la capacidad y buena voluntad de muchas agencias humanitarias internacionales a la hora de enviar personal internacional a las zonas peligrosas, por lo que muchas tienen que reclutar a los residentes para dirigir programas y ejecutar proyectos, pero también enviar a afganos cualificados a las provincias inseguras también ha sido difícil.
«En muchos casos, las posiciones se han cubierto con salarios atractivos, mayores que en zonas seguras, pero la gente no solicita empleos en provincias inseguras», aseguró el subdirector de ACBAR, Hashim Mayar, cuya organización alberga a más de 100 ONG locales e internacionales. «La gente no quiere arriesgar sus vidas trabajando para ONG en provincias inseguras», añadió.
Las misiones de evaluación a casi la mitad del país están siendo realizadas por aire debido a las restricciones en los traslados por carretera, incluso en vehículos blindados, con el coste adicional. La falta de acceso directo también provoca que algunas agencias humanitarias adopten el denominado «control remoto» de sus proyectos, que hacen que la acción de las agencias sea vulnerable a la corrupción.
Por otro lado, un informe elaborado por el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon, ha previsto un año difícil para los civiles y los trabajadores humanitarios. Mientras la inseguridad se intensifica, las agencias humanitarias revisan inevitablemente sus procedimientos de seguridad y aplican medidas apropiadas.
El CICR mantiene que seguirá evitando escoltas armadas y manifestando sus credenciales imparciales. «Buscamos seguridad a través de la aceptación y el apoyo locales», indicó Hamilton.