Greenpeace asegura que Galicia tiene crisis incendiarias cada cinco o seis años
Greenpeace aseguró hoy que las hemerotecas constatan que Galicia sufre una «crisis incendiaria cada 5 o 6 años», un carácter recurrente que consideró que debería suponer también una «herramienta» para poner en marcha mecanismos efectivos de prevención.
Así, en concreto apuntó a 1989, cuando 8.243 incendios declarados en Galicia ardieron 205.392 hectáreas (93.116 hectáreas eran arboladas). Se estimaron unas pérdidas de 15.000 millones de pesetas. Fueron detenidos 30 incendiarios, pero no se llevó a cabo ninguna investigación. En los medios de comunicación se acuño el término «terrorismo incendiario».
De igual forma, Greenpeace también hizo referencia a 1995. Concretamente, precisó que en el mes de abril, entre el jueves y sábado santo, Galicia se vio afectada en sólo tres días por unos 600 incendios forestales, con un saldo de 2.000 hectáreas quemadas. Fueron detenidos cuatro incendiarios.
La asociación ecologista recordó como el presidente de la Xunta en el aquel momento Manuel Fraga afirmó: «Lo que no se puede evitar es que haya algún terrorista, unos políticos y otros medioambientalistas, que aprovechen estas circunstancias».
Siguiendo el relatorio de datos, indicó como en ese mismo año, entre el 25 y el 30 de agosto, se registraron más de un millar de siniestros. El 26 de agosto se contabilizaron 280 focos diferentes. El 29 de agosto, en los alrededores de Pontevedra, ardían los montes del Salgueiral, Tenorio, Pontesampaio, Vilar, Marón, Xeve y Castelo en 20 puntos diferentes. El fuego también afectaba a la comarca de Santiago, O Morrazo (con incendios en cinco municipios), el Parque Natural de Corrubedo o Vimianzo y las llamas rodearon O Courel. El 30 de agosto, 350 incendios mantenían en vilo a los servicios de extinción de Galicia, donde luchaban 4.000 personas.
Además, recordó que el suministro de energía de Pontevedra quedó cortado durante varias horas, con cortes en carreteras y líneas telefónicas. Fueron desalojadas viviendas en A Coruña y ardieron casas en el Concello de A Merca. El balance, una vez terminada la ola incendiara, fue de 4.289 focos de fuego y de 49 detenciones. Ese año ardieron 46.669 ha.
Greenpeace especificó que en esa época, la Xunta calificó de «terrorismo incendiario» la profusión de fuegos en Galicia y el fiscal jefe de Galicia afirmó que «bandas organizadas de incendiarios han convertido Galicia en una inmensa hoguera».
En 2000, Greenpeace indicó que las intensas lluvias de julio retardaron ese año la ola incendiaria. Las condiciones metereológicas óptimas se produjeron en la primera quincena de septiembre. Las provincias de Lugo y Ourense fueron las más afectadas. Diez aldeas de Lugo tuvieron que ser desalojadas el 17 de septiembre por un incendio en Navia de Suarna (Lugo). Para los ecologistas, Galicia vivió la «peor plaga» de incendios desde 1995, el fuego había arrasado hasta septiembre 30.000 hectáreas. Al final del año habían ardido 45.952 ha.
Asimismo, también incidió como los incendios fueron «especialmente intensos» en los alrededores de Ourense. A principios de agosto el fuego quemaba montes de Santa Cruz de Arrabaldo, Quintela, Reza, Velle y Os Peares. La asociación ecologista, recordó que el delegado provincial calificó este fenómeno de «incendios de escaparate» y de estar «planificados por el mismo cerebro».
Asimismo, apuntó que en septiembre de 2000 los responsables de la Consellería de Medio Ambiente señalaron al BNG y a la CIG como los «beneficiarios del fuego» por «intentar rentabilizar políticamente las consecuencias que tuvo la insistente acción incendiaria».
Para los ecologistas, es un «clásico» atribuir los episodios de olas incendiarias a la presunta rentabilidad política. Así, indicó que se han acuñado términos como «gente dispuesta a quemar Galicia», «nuevo terrorismo forestal» «nueva tipología de incendiarios», «organizaciones incendiarias», «incendiarios organizados», «organizaciones que intentan rentabilizar políticamente los incendios», «trama organizada», «incendiarios de escaparate».
Finalmente, apeló a un antiguo informe del ICONA del 93 determinó que diez de los fuegos que se produjeron en Galicia durante el verano estuvieron provocados por «grupos políticos para crear malestar social o como forma de protesta».