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INTERVIDA alerta de que etíopes y eritreos apenas ingieren la mitad de las calorias necesarias para sobrevivir

16 de septiembre de 2015 | Todas

El 25 de mayo se conmemora la creación de la Unión Africana, un organismo que durante cuatro décadas ha sido la voz de África en el escenario internacional y un mediador para el progreso y la paz del continente africano.

Durante la última década las guerras en África han dejado tras de sí más de ocho millones de muertos. Muchos más han sido quienes han visto sus vidas destruidas por las secuelas de los conflictos bélicos y los problemas económicos que azotan al continente.

Pero un conflicto bélico tiene otras muchas consecuencias negativas para un país porque pone barreras a la educación y merma los recursos dedicados a la salud. Tras la guerra, los desplazados y refugiados deben enfrentarse a un entorno desolador, ya que gran parte de la infraestructura y las cosechas han sido destruidas y numerosas zonas han sido minadas.

La precaria situación económica y social tanto de Etiopía como de Eritrea contribuye enormemente a la propagación de hambrunas. La cantidad de kilocalorías por habitante y día que se consumen en Etiopía y Eritrea son las más bajas del mundo (1.585 y 1.845 respectivamente), cuando el mínimo normal exigido por la OMS es de 2.650 kilocalorías, y el mínimo de subsistencia para no morir de hambre es de 1.650.

Uno de los conflictos que hoy sigue todavía latente es el que enfrenta a Etiopía y Eritrea. A pesar de que ya hace casi seis años que se dio por finalizada la guerra entre estos dos países, las tensiones entre ambos continúan y ha sido necesaria la mediación en la zona de una misión de paz de la ONU, la UNMEE. Las disputas se remontan a finales del siglo XIX y se centran en un triángulo de 400 kilómetros cuadrados llamado Yirga. Ambas naciones basan sus argumentos en diferentes mapas de la época colonial, lo que hace muy difícil llegar a un acuerdo.

Eritrea se emancipó de manera pacífica en 1993 pero no llegó a un acuerdo de delimitación de fronteras con la vecina Etiopía. En 1998 las tropas eritreas invadieron parte del territorio etíope, lo que dio lugar a una guerra que duró dos años y que dejó tras de sí más de 100.000 muertos.

INTERVIDA quiere contribuir al progreso de Etiopía, basándose en una cultura de la paz y, para ello, ha puesto en marcha, de la mano de la Prefectura Apostólica de Gambella, varios proyectos orientados a reducir la inseguridad alimentaria y a garantizar el acceso a servicios sociales básicos de educación y saneamiento.

Gambella se encuentra al oeste de Etiopía, cerca de la frontera con Sudán, a 777 kilómetros de Adis Abeba, la capital. Es una de las regiones más pobres de Etiopía, una tierra donde confluyen diferentes tribus como Nuers, Anuaks, Majinger, Opo y Komo. Además, cuenta con un gran número de refugiados sudaneses, que salieron de su país huyendo de un conflicto que se ha prolongado en el tiempo durante mas de dos décadas. La confluencia en la zona de distintas etnias y de sus diferentes formas de vida, así como los problemas por el uso de suelo, han sido la causa directa de muchas tensiones entre ellos, que han dejado tras de sí un gran número de víctimas. Por este motivo, INTERVIDA enfoca sus proyectos hacia la creación y el refuerzo de una cultura de paz y convivencia en la zona.

Sobre FUNDACIÓN INTERVIDA

FUNDACIÓN INTERVIDA es una ONGD aconfesional, apartidista y totalmente independiente, con estatus consultivo especial en el Consejo Económico y Social de Naciones Unidas. Su objetivo es mejorar las condiciones de vida de miles de niños y sus familias en las zonas más necesitadas del planeta. Con este fin, lleva a cabo proyectos de desarrollo integral desde diversos sectores de actividad (salud, educación, producción, seguridad alimentaria, capacitación e infraestructuras) orientados a reducir las causas de la pobreza y no sólo sus consecuencias. En la actualidad, INTERVIDA está presente en Bolivia, Ecuador, Perú, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, Bangladesh, Filipinas, India y Malí. Más de 346.000 familias españolas dan su apoyo a casi cuatro millones de personas de estos países mediante el apadrinamiento de niños.