La justicia separa a un niño de cuatro años de sus padres preadoptivos
Noelia Estornell y Albert Bordes son una pareja valenciana que preadoptaron a Joan, un niño de tan solo 18 meses, para darle un hogar y sobre todo amor. Pero al no finalizar el proceso de adopción, una sentencia provisional de la Audiencia Provincial ha decidido devolver la custodia a la familia biológica del pequeño de ya cuatro años de edad. La madre biológica, María José, tenía 15 años cuando tuvo a Joan y al estar internada en un centro de menores por problemas de alcohol, le quitaron la custodia.
Una familia destrozada y un niño que no entiende la situación y se enfada con sus padres porque le entregan a una mujer que no conoce de nada. María José a los 19 años ha decidido recuperar a su hijo y junto a su madre, que vivía en Suiza cuando se convirtió en abuela, han acudido a la comandancia a recuperar al niño con el que ni se entienden porque se ha criado hablando valenciano.
El abogado de la familia, Enrique Vila, defiende que es «un error gravísimo» y una “aberración jurídica” del juez de la Audiencia provincial que la sentencia se ejecute a pesar de haber sido recurrida y por esta razón se ha pedido la suspensión. El letrado ha añadido que «esto no es una guerra contra la madre biológica o los padres acogedores, hay que posicionarse por el interés del menor, y su bienestar es estar con los padres acogedores”.
Además, Vila ha explicado que hay una nueva demanda de privación de patria potestad contra María José, ya que en un informe de julio de 2016 la madre había sido vista en estado de embriaguez, semidesnuda y acusando a su pareja de maltrato, según testigos.
La presidenta de la Asociación Adoptant, Ruth Martínez, quien hace tres años dio un hogar a Joan ha escrito unas palabras de apoyo a la familia en su cuenta de Facebook: «Mañana empieza una nueva vida para Joan en la que ya no será Joan y para la que ya no hay remedio; con un daño infinito que recorrerá cada aspecto de su vida para siempre». La presidenta defiende que no es culpa de la madre que quiere recuperar a su hijo, sino de un tribunal que no entiende de sentimientos.
La familia no se rinde y son conscientes de que la única forma de recuperar a su hijo es acudir a quién se lo quitó: la Justicia. El letrado y la presidenta valoran la situación, pero los padres solo sienten dolor porque le han quitado a su pequeño.